Bucle.

Que los tiempos de Dios son perfectos, que la vida te da lecciones para que seas fuerte, valiente y pleno, que la vida es como una montaña rusa con sus subidas y bajadas, que para reír hay que llorar, que no hay mal que dure 100 años y así todos los refranes que se hayan escrito para explicarte que vas a sufrir y reír, proporcionalmente a las lecciones que quieras aprender... si te soy honesta, es una basura filosofal que estoy cansada de repetir, es un contrato que se renueva sin fin que no pedí.

¿Es una queja de la naturalidad de la vida?, supongo que si, pero ¿acaso no soy yo la escritora de mi propia vida?, la que da originalidad, a la fuente de la matrix, la que decide si se sufre o si se llora... entonces ¿de que depende que lo haga?, según esto son las decisiones que tomo de acuerdo a día a día entonces ¿qué haría?...

Propondría un escenario donde brindó en bucle, rio en bucle y lloro lo suficiente que compense mi felicidad, al final nada es gratis ¿no?, pero vivir es un costo justo que pienso pagar por sentir que lo he probado todo y que me he quedado solo con lo que me gusta: el sol que no quema en mi cara, la brisa de noviembre en mis piernas, el agua caliente de la regadera en mi espalda, un buen café por las mañanas, el relleno cremoso de una paleta helada al derretirse, los aromas maderosos, la loción de un hombre, la risa de mis amigos, los atardeceres de octubre, los ronroneos de mi gata al despertar, el olor a comida cuando tengo hambre, la música en los conciertos, las películas cómicas, el arte pop, la fotografía, las obras de teatro, la cerveza fría en el calor, la pizza de cansino y los chiles tradicionales de septiembre, la poesía... las charlas que no tienen un fin más allá de dobles intenciones, mas que conversar.

Es verdad, el bucle es eterno, solo depende de los tiempos que permanezcan en tu matrix la clave de tu felicidad constante.