De besos y caricias.

Me es fácil besarle la cara, pasar mi mano sobre sus brazos y sentir el calor natural de su cuerpo; me es fácil mirarle enamorada, y que cada músculo de mi cara se relaje poco a poco, cómo si tuviera la brisa fresca rosando mis pómulos… me es fácil ¿saben?, que me guste se ha vuelto mi hobbie favorito, detectarle en cada sentido: su olor de 33, sus sonidos (qué son muy suyos), su tacto siempre cálido, su sabor a tabaco, con sus labios tan suaves y ricos, que marcan por siempre un sabor muy distinguido que han hecho de el, su marca personal.

Estoy hablando de el como un personaje principal, casi caduco, inigualable, único y singular, cómo si no hubiese visto otra edición similar con eso que solo el tiene, sus gestos y eso que hace con sus manos cuando me toca.

Me tiene totalmente perdida en un hechizo sin retorno, donde la única opción del juego es seguir apostando por sus besos, besos traviesos, pícaros y coquetos, provocativos de cualquier sentimiento ajeno al de recibir algo a cambio, un cariño desinteresado... un cariño vagabundo, que se llena de apoco con besos y caricias que no se pueden reemplazar.